El pecado y sus consecuencias

El pecado es la muerte para el alma, un alejamiento del Amor. "A ojos de la fe, ningún mal es más grave que el pecado y nada tiene peores consecuencias para los pecadores mismos, para la Iglesia y para el mundo entero" (Nº 1488 Catecismo)

"El hombre, tentado por el diablo, dejó morir en su corazón la confianza hacia su Creador y desobedeció al mandamiento de Dios. En esto consistió el primer pecado. En adelante, todo pecado será una desobediencia a Dios y una falta de confianza en su bondad" (Nº 397 Catecismo)

Por el sacramento del Bautismo el pecado original es sepultado y se recibe a Cristo, pero la vida nueva que recibimos no suprime la inclinación al pecado (concupiscencia): todos los pecados que se cometen después son perdonados por Dios en el sacramento de la Penitencia (quitan la culpa), pero no remedia todos los desórdenes que el pecado causó (la pena). Es por ello que debemos reparar por los pecados propios y del mundo.

Necesidad de Reparar los Corazones de Jesús y María

"Ciertamente en el culto al Sacratísimo Corazón de Jesús tiene la primacía y la parte principal el espíritu de expiación y reparación. Cuando Jesucristo se aparece a Santa Margarita María, predicándole la infinitud de su caridad, juntamente, como apenado, se queja de tantas injurias como recibe de los hombres. Tal fue el designio del misericordioso Jesús cuando quiso descubrirnos su Corazón con los emblemas de su Pasión y echando de sí llamas de caridad: que mirando de una parte la malicia infinita del pecado, y admirando de otra, la infinita caridad del Redentor, más vehementemente detestásemos el pecado y más ardientemente correspondiésemos a su caridad".

Hemos de practicar la preparación, pues es un consuelo y alegría para Jesús y María. Además, es una fuente de santificación propia y un medio para obtener gracias para las demás almas, e incluso para nuestra nación, pues si hay familias que reparen los pecados de las otras, atraen la Misericordia sobre el país entero, como nos enseñó el Ángel en Fátima: "De todo lo que podáis, ofreced un sacrificio, en acto de reparación por los pecados con Él es ofendido, y de súplica por la conversión de los pecadores. Atraed así sobre vuestra Patria la paz".

¿Cómo podrán estos actos de reparación consolar a Cristo, que reina en los cielos?

"Los pecados de los hombres fueron la causa de que el Hijo de Dios se entregase a la muerte; y aun ahora cada pecado renueva a su modo la Pasión del Señor. Pues bien, si a causa de nuestros pecados futuros, pero previstos, el Alma de Cristo Jesús estuvo triste hasta la muerte, también algún consuelo recibiría de nuestra reparación también futura, pero prevista, cuando el ángel del cielo se le pareció para consolar su Corazón" (Encíclica Miserentissimus Redemptor, Pío XI).

En las tres apariciones del Ángel de la Paz a los pastorcillos, este les habla de la reparación. En la primera les enseña una oración para pedir perdón; en la segunda les pide que ofrezcan a Dios oraciones y sacrificios en reparación por los pecados y pedir por la Paz; en la tercera, el Ángel traía un cáliz y sobre él una Hostia, y repitió tres veces la oración: "Santísima Trinidad, ...". Después, levantándose, les dijo: "Tomad y bebed el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. Reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios".

Más adelante, en las apariciones de la santísima Virgen, ella les mostró su tristeza y la de Dios por tantos pecados, lo cual hizo una gran impresión en el alma del pequeño San Francisco Marto, que empezó a pasar largos ratos ante el Sagrario.

La pequeña Lucía le preguntó una vez: "Francisco, a ti, ¿qué te gusta más, consolar a Nuestro Señor, o convertir a los pecadores para que no vayan más almas al infierno?", a lo que respondió: "Me gusta mucho más consolar a Nuestro Señor, [...] Yo deseo consolar a Nuestro Señor, y después convertir a los pecadores para que nunca más lo vuelvan a ofender".

El Sagrado Corazón y Fátima

El Corazón del Verbo encarnado es considerado el signo y principal símbolo del Amor con que el Divino Redentor ama continuamente al Eterno Padre y a todos los hombres. Esta devoción consiste en la adoración de ese Amor, tanto el amor divino del Verbo eterno como su amor humano. Los orígenes de este culto se encuentran tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, donde el amor de Dios a nosotros es proclamado con imágenes que conmueven los corazones. Después, en la historia de la Iglesia siempre hubo almas que tributaron culto de adoración, gratitud y amor a la Humanidad Santísima de Cristo, pero solo poco a poco llegó ese Corazón a constituir objeto de un culto especial.

Santa Margarita María de Alacoque

Nació en 1647 en Borgoña, Francia. Entró al convento de la Orden de la Visitación en Paray-le-Monial cuando tenía 23 años, y fue aquí cuando tuvo las cuatro grandes revelaciones del Corazón de Jesús.

En la primera (1673) y segunda revelación (1674) Margarita ve el Corazón divino con la Llaga, una corona de espinas y una cruz en la parte superior, apasionado de amor por los hombres, y deseando ser amado y derramar sobre ellos las gracias que contiene.

En la tercera revelación, fiesta del Corpus Christi de 1674, Jesucristo le pide que comulgue cuantas veces pueda y en especial todos los primeros viernes de cada mes. También le pide que se levante de once a doce de la noche de cada jueves, para acompañarle en la humilde plegaria que elevó al Padre en el Huerto de Getsemaní. Esto con la intención de reparar al Padre para suplicar por los pecadores, y para endulzar la amargura que sintió Jesús por el abandono de sus apóstoles. Es llamada la "Hora Santa".

En la cuarta revelación, el 16 de junio de 1675, el Señor le dice: "He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y que no ha ahorrado nada hasta el extremo de agotarse y consumirse para testimoniarles su amor. Y, en compensación, solo recibe, de la mayoría de ellos, ingratitudes por medio de sus irreverencias y sacrilegios, así como por las frialdades y menosprecios que tienen para conmigo en este Sacramento de amor. Por eso te pido que el primer viernes después de la octava del Corpus se celebre una fiesta especial para honrar a mi Corazón, y que se comulgue dicho día para pedirle perdón y reparar los ultrajes por él recibidos durante el tiempo que ha permanecido expuesto en los altares."

El culto al Sagrado Corazón de Jesús fue extendiéndose. Sin embargo, en "las Españas" (España, Hispanoamérica y Filipinas) muy poco se sabía de este culto. Aquí comienza la misión del padre Bernardo de Hoyos, a cuya canonización dedicamos esta web.

Beato Fernando de Hoyos

Nació en 1711 en Torrelobatón, muy cerca de Valladolid, España. Puedes conocer su biografía aquí.

El 14 de mayo, fiesta de la Ascensión del Señor, fue la Revelación de "la Gran Promesa" de Jesús. Así lo cuenta: "Después de comulgar, tuve la misma visión referida del Corazón, pidiendo a toda la Santísima Trinidad esta fiesta, en especialidad para España, y me dijo Jesús: REINARÉ EN ESPAÑA, Y CON MÁS VENERACIÓN QUE EN OTRAS MUCHAS PARTES".

Historia de la Devoción al Sagrado Corazón de Jesús

Promesas del Sagrado Corazón

Estas son las promesas que hizo nuestro Señor a Santa Margarita María de Alacoque para todos los que practicaran y propagaran dicha devoción:

  1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado de vida.

  2. Estableceré la paz en sus hogares.

  3. Los consolaré de todas las aflicciones.

  4. Seré su refugio en su vida y, sobre todo, en la hora de la muerte.

  5. Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas.

  6. Los pecadores encontrarán en Mi Corazón la fuente y el océano infinito de la Misericordia.

  7. Las almas tibias crecerán en fervor.

  8. Las almas fervorosas se elevarán a gran perfección.

  9. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.

  10. Daré a los sacerdotes el talento de mover los corazones más empedernidos.

  11. Los que propaguen esta devoción tendrán sus nombres escritos en Mi Corazón, y de Él nunca serán borrados.

  12. Nueve primeros viernes de mes: "Yo les prometo, en el exceso de la infinita misericordia de mi Corazón, que Mi amor todopoderoso les concederá a todos aquellos que comulguen por nueve primeros viernes de mes consecutivos, la gracia de la perseverancia final; no morirán sin mi Gracia, ni sin la recepción de los Santo Sacramentos; Mi divino Corazón será su refugio seguro en aquel momento supremo."

Cómo abrazar la devoción de los Primeros Viernes

1. Recibir la Sagrada Comunión durante 9 primeros viernes de mes de forma consecutiva y sin ninguna interrupción. Naturalmente, encontrándonos en gracia. Si se falla algún mes, reiniciar la cuenta.

2. Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación (en Reparación) por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.

3. Con la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.

Otras formas de Reparación

Yo (aquí tu nombre) me ofrezco y consagro al Sagrado Corazón de nuestro Señor Jesucristo. Le entrego mi persona y mi vida, mis acciones, penas y sufrimientos, y no quiero servirme de ninguna parte de mi ser más que para amarle, honrarle y glorificarle. Esta es mi voluntad irrevocable: pertenecerle absolutamente y hacerlo todo por su amor, renunciando de todo corazón a cuanto pueda desagradarle.

Os elijo, ¡oh Sagrado Corazón de Jesús!, por el único objeto de mi amor, el protector de mi vida, el áncora de mi salvación, el remedio de mi fragilidad e inconstancia, el reparador de todos de mis defectos y mi seguro asilo a la hora de la muerte. Sed, pues, ¡oh, bondadosísimo Corazón! , mi justificación para con Dios vuestro Padre, y apartad de mí el rigor de su justa indignación. ¡Oh Corazón amoroso!, en voz únicamente espero y confío, pues aunque todo lo temo de mi debilidad y malicia, todo lo espero de vuestra misericordia. Alejad, pues, de mí cuanto se os resista y os desagrade, y haced que vuestro purísimo amor se imprima tan profundamente en mi corazón, que jamás pueda olvidaros ni separarme de Vos.

Os suplico, por vuestra misma bondad, escribáis mi nombre en Vos mismo, puesto que toda mi dicha y mi gloria quiero cifrarla en vivir y morir como esclavo vuestro. Amén.

Devoción. Fuente: materfatima (adaptación)

Oración de Consagración al Sagrado Corazón

  1. Tratando de evitar cualquier pecado, y ayudando a que otros no ofendan a Dios.

  2. Llevando con amor los sufrimientos que Él permita en nuestra vida.

  3. Siendo fieles a nuestros deberes de estado (matrimonio, religioso, consagrado, etc).

  4. Ofreciendo a Dios sacrificios.

  5. Con diversas prácticas de piedad: asistiendo a la Santa Misa y recibiendo la Sagrada Comunión con esta intención; con cada Confesión sacramental que realicemos; consagrándonos a los Sagrados Corazones de Jesús y María; adorando el Santísimo Sacramento del Altar; Hora Santa de reparación; orando con el corazón el Santo Rosario; rezando el Vía Crucis.

  6. Realizando obras de caridad.

Devoción al Inmaculado Corazón de María

El 10 de diciembre de 1925 la Virgen se aparece a Lucía, uno de los tres pastorcitos de Fátima. Uno de los mensajes que da es que su hijo Jesús quiere crear la devoción al Inmaculado Corazón de María. Para ello, pide que instaure la práctica de los cinco Primeros Sábados de Mes. La Virgen promete a todos aquellos que durante cinco meses seguidos confiesen, reciban la Santa Comunión, recen el Rosario y hagan 15 minutos de oración meditando los misterios del Rosario el fin de desagraviarla, asistirlos en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para su salvación.

¿Cómo hacer la devoción de los cinco Primeros Sábados de Mes?

  1. Confesarse, dentro de los ocho días anteriores, con intención de desagraviar las ofensas al Inmaculado Corazón de María.

  2. Recibir la Comunión en gracia de Dios. Debe ser recibida el primer sábado de mes.

  3. La Confesión y la Comunión deben repetirse durante cinco meses consecutivos sin interrupción. Si por alguna causa se deja de comulgar un mes, habría que comenzar de nuevo.

  4. Rezar el Santo Rosario.

  5. Hacer compañía a la Virgen durante 15 minutos, meditando los misterios del Santo Rosario.

Oración al Inmaculado Corazón de María

¡Oh, corazón de María, cuando la enfermedad me aflija y la tristeza y la angustia lleguen a mi alma, cuando mi espíritu esté ante la presencia de Jesucristo para rendir cuentas de toda mi vida, ven a defenderme y ampararme. Oh, Corazón Inmaculado de María, sed la salvación mía!

¡Oh Corazón de María, en la hora de mi muerte, cuando aumenten las angustias de mi alma y los ataques de mis enemigos, Corazón de María, sed la salvación mía!

Nihil obstat · Imprimatur : Obispado de Málaga